1 may 2011

Condena

¿Estás bien? ¿Te pasa algo? No te logro ver bien. ¿Por qué lloras? ¿Te hicieron algo? Que ganas de saber, de abrazarte, de consolarte. Quiero sentirte, secar tus lágrimas, mirarte a los ojos. ¿Qué pasa? No puedo verte. No te vayas. Me avergüenza alcanzar tus ojos. ¿Qué dirá el resto? ¿Con qué excusa me acerco a ti? Desde acá puedo oler tu perfume. Me encanta. Puedo sentir tus sollozos. Me rompes el corazón. Que ganas de tomarte y acariciar tu pelo. !Desgraciados! Nadie hace nada. ¿Por qué estás así? ¿Quién te hizo esto? No sigas por favor. ¡Maldición!, te has ido otra vez. Te busco y no te encuentro. ¿Te llamo? Pero ¿cómo? No sé tu nombre. Estoy tocando fondo. ¡Dame una oportunidad! Te lo ruego. ¡Ah!, ahí estás de nuevo. Menos mal. Te veo un poco más tranquila. Yo también lo estoy. Perdida en medio de este vagón has desahogado tus penas. No te preocupes, pues yo soy la solución. Sí, lo he decidido. Te hablaré, y te juro que seremos felices. Pero, qué. !NO! ¿Te bajas? ¿Ahora? ¿Aquí? No lo hagas por favor. ¿Qué haces? Pasas por mi lado, como si no existiera. Me duele. Te vas sin decir nada. Sólo el reflejo en el espejo cruza nuestras miradas. Tus ojos son mi condena. 


No hay comentarios: