25 abr 2011

Cinco Minutos

Aún de noche, la vio pasar frente suyo. Como de costumbre, la miró sin disimular su angustia. Siempre a la misma hora y en el mismo lugar, despertando sus más profundos deseos. Su voz, su aroma, su piel, su dulzura; todo era una incógnita para él. Sólo cinco minutos le bastaban para hacer realidad su única gran fantasía. Cinco minutos para vivir su idilio. Trescientos segundos para protagonizar las más fogosas líneas de sus poemas. Sólo cinco minutos. Una eternidad. Sí, sólo cinco minutos para que la marcha del autobús lo despertase y ella quedase ahí, en el lo que siempre ha sido, una simple fantasía.

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